barefooted woman lying on brown grass field


¿Cuánto conoces tus emociones?
En este episodio nos acompaña Alline Powell, colaboradora de THEO (the enlightenment organization), quién nos ayudará a tener una mayor comprensión sobre qué hay detrás de ese impulso por siempre buscar la felicidad.?

Uno de los grandes problemas que tenemos como sociedad hoy en día es la adicción a ser feliz, estamos adictos a la felicidad.  Sí, sé que suena fuerte decir que la búsqueda por la felicidad es una adicción, pero observa que hay un pensamiento que permea nuestra sociedad de pensar o sentir que algo no está bien en nosotros, o que nuestra vida está mal de alguna manera, si no conseguimos ser felices.

Es una adicción porque esta búsqueda

, eventualmente llega a proveernos un alivio temporal. Compramos un auto nuevo, tenemos una pareja nueva, nos vamos de compras, etc., pero esta “felicidad” siempre pasa. Y la llamo una adicción porque la necesidad de ser feliz nos consume. La gran, gran mayoría de nuestras vidas revuelve alrededor de esto – la búsqueda. Pasamos enormes cantidades de tiempo y energía tratando de hacer que vuelva a suceder felicidad en nuestras vidas. Sin embargo, llegamos a pensar que la hemos encontrado, pero, cuando menos nos damos cuenta, nos encontramos infelices y la búsqueda vuelve a comenzar.

Una de las razones de esta adicción, es porque hay una creencia en nuestra cultura es que debemos ser felices; ser feliz es parte de una definición de tener una “buena vida”.  A pesar de que si ponemos atención a nuestro alrededor, podemos observar que todos sentimos y dolor y sufrimos, seguimos aferrados a la idea de que la naturaleza básica de la vida es placer y diversión. Los medios no ayudan en esto, nos venden ideas de que la vida es como ir a un parque de diversiones, llena de risas, helado y premios.  Y este es justo el problema, que nuestra idea de cómo nos debemos sentir no está alineado con lo que realmente sucede en la vida.

Si, una parte de la vida es alegría. Pero la vida, en gran parte, también es retante y dolorosa.

Todas estas experiencias son parte del viaje de la vida.

Todos tenemos que hacer cosas que no nos gustan o no queremos hacer, tenemos que interactuar con personas que nos lastiman, tenemos que vivir dentro de un cuerpo que se puede enfermar, y eventualmente, tenemos que decir adiós a todo y todos los que amamos.

Esperar que este viaje sea de pura alegría es una receta para la decepción.  Y aun así, esta mitología de la cultura persiste: la vida se supone debe de ser buena y tenemos que estarnos divirtiendo todo el tiempo.

En nuestra cultura, si no estás feliz, no solo eres un fracaso por no ser capaz de crear una vida feliz, peor aún, en esta búsqueda, nos terminamos perdiendo de la misma promesa del mito.  No estamos consiguiendo lo que pensamos que merecemos y lo que es obvio que otros sí tienen: esas vidas que se ven tan convincentes en Instagram, en FB. Con tal mitología de la cultura, pasamos mucho de nuestro tiempo sintiéndonos tristes o hasta deprimidos porque no podemos conseguir algo que realmente no existe. Esto realmente termina alimentando la infelicidad que tanto tememos. 

Hay una fantasía general que dice que vamos a ser felices al lograr metas como terminar la escuela con un título, conseguir un gran trabajo, casarte con una pareja maravillosa, tener hijos perfectos, crear un hogar armonioso, lograr una vida de película. Y trabajamos muy duro para crear esta fantasía, lo cual nos hace muy infelices, pero al mismo tiempo nos aterra la idea de dejar de buscar nuestra felicidad.

Luego, hacemos fuertes prejuicios acerca de lo que debe hacer a una persona feliz y lo que no. Juzgamos a personas que salen de esta fantasía. Creemos que lograr esta fantasía y esta “felicidad” es nuestra bandera de éxito, y cuando vemos que otros no la están logrando, comparamos logros como nuestro nivel de felicidad y buscamos sentirnos superiores, lo cual es otra forma de felicidad falsa.

Como resultado de todo esto, terminamos en un estado de callada desesperación.  Nos tenemos que estar vigilando para estar constantemente controlando nuestra experiencia, asegurando poner una cara feliz para que otros vean que todo va bien. Pero hacer esto nuestro momento presente todo el tiempo es mucho trabajo y esfuerzo. Pensamos que esta felicidad está basada en placer situacional efímero y usamos todos nuestros recursos y bienestar en asegurar mantenerlo. Dedicamos la mayoría de nuestra energía en alcanzar algo que no podemos alcanzar consistentemente.  Y si solamente reflexionas en esto desde una perspectiva lógica, pronto te darás cuenta que sería sabio reexaminar nuestra meta.

El problema no son nuestros intentos de ser feliz. Tambien es que no estamos conscientes que ahí nunca se va a encontrar la felicidad. El problema es que no nos damos cuenta que hay caminos alternativos para lograr nuestra felicidad. Empezando por cambiar nuestra definición de qué es felicidad, lo cual hacemos en los cursos del Portal ThEO.

Honestamente, no sabemos cómo estar feliz

, no sabemos estar en paz o sentirnos bien acerca de nosotros mismos. No nos dan ningún tipo de entrenamiento de cómo aliviar nuestro dolor, sanar nuestras tristezas, o simplemente aprender a estar cómodos en lo incómodo, los evitamos como si éstos estados no fueran parte de nuestra vida regular, una vida buena. Nos dicen que ignoremos el dolor, que no le hagamos caso, que “el tiempo lo cura todo”, que aprendamos a hacer limonada de los limones, y que sigamos adelante. Visto de otro modo es “aléjate” del dolor, de lo que te hace infeliz, que hagamos lo que sea para alejarnos de nuestro estado de no-felicidad. Nunca nos han enseñado cómo estar en un estado de no felicidad y estar bien en ello. Y esas cosas que hemos creído que nos van a dar la felicidad, el auto nuevo, la pareja, ir de compras, viajar, etc., solamente nos da algo que llamamos “MOPs” – Momentos de Placer, los cuales son solo momentos de disfrute temporal, que siempre pasan.

Nos han enseñado a creer que estar en no-felicidad es algo asustante, no solo porque no sabemos cómo manejarlo, pero porque nos hace inamables. Otros no saben qué hacer con nosotros cuando estamos infelices, no solo nos da miedo a nosotros mismos, pero otros tienen miedo también. Por ejemplo, hay personas que piensan que una persona llorando se ve fea, por lo tanto lo evitan ver o evitan llorar para no verse así.

Hemos diseñado un sistema de creencias para mantenernos felices, y es un sistema que depende que controlemos algo que últimamente no se puede controlar – nuestra experiencia. Y que la alternativa, no ser feliz, es algo horrible, terrible y lleno de autoodio. A pesar de la naturaleza de la vida, cambiante, retante e incontrolable, insistimos que la vida puede y debe ser continuamente placentera, y demandamos y esperamos felicidad.

La felicidad no dura porque no sabemos qué hacer con la infelicidad. No sabemos qué hacer con el dolor, el sufrimiento, la escasez, y todo lo que viene como la parte negativa de la vida. Si quieres que tu felicidad te dure, tienes que aprender a manejar esta polaridad negativa de la vida y crear tu felicidad desde adentro. 

Las emociones el motor de tu vida

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