Desde la época medieval, los médicos han reconocido que hay enfermedades que tienen una conexión entre el cuerpo, las emociones y la mente. Finalmente, a través de muchos estudios, se ha llegado a la conclusión que la psicología y la fisiología de los pacientes están interconectados y contribuyen uno con el otro. Con este conocimiento se comenzó a crear tratamientos que utilizan el poder de la mente para apoyar a los pacientes a sanar, por ejemplo pensar en cosas positivas para reducir el estrés. Sin embargo, también se observó el lado negativo de esto cuando los pacientes se comenzaban a causar enfermedades a través del poder de su mente.
A inicios del siglo 20, Franz Alexander inició lo que se conoce como medicina psicosomática, y comenzó a estudiar la dinámica entre la mente y el cuerpo. Desde entonces, muchos investigadores, médicos y psicólogos han explorado las posibilidades de la medicina psicosomática.
Ciertas enfermedades han demostrado tener un componente mental que resultado del estrés diario. Por ejemplo, una úlcera gástrica. En el pasado se pensaba que era puramente psicológica y causada por el estrés, pero recientemente se descubrió que también es causada por una infección bacterial. Sin embargo, no todos los que tienen esta bacteria desarrollan una úlcera. Por lo tanto se concluyó que la mente si es un factor significativo en el desarrollo de la infección.
Otra enfermedad es la colitis. Los estudios demuestran que no hay cambios estructurales en el sistema digestivo del paciente, pero si mostraron diferencias en su proceso. Este estudio demostró que el estrés y las emociones son el factor principal causando la colitis.
Sin embargo, es importante entender que la forma de tratar una enfermedad física de una mental/emocional es muy diferente. Y solamente al aplicar el tratamiento correcto es que se pueden resolver. El gran problema es que las personas buscan resolver el problema buscando medicinas químicas que solamente alivian los síntomas sin realmente enfocarse en el verdadero problema. Esto causa que el problema se vuelva crónico y grave y los síntomas sigan escalando en seriedad.
Lo que sucede es que, al no saber cómo manejar nuestras emociones negativas, las bloqueamos y las “guardamos” en lo más profundo de nuestro ser. Y estas emociones son energía, e – moción: energía en movimiento. Cuando no permitimos que las emociones salgan, se muevan, terminen su ciclo de vida, se estancan y se van acumulando en nuestro subconsciente. A través de los años vamos guardando dolores, vergüenzas, culpas, resentimientos, odios, etc. Y todas estas siendo energía, lo único que nos piden es ser sentidas, ser liberadas. Al negarles eso, al reprimirlas y resistirlas, la energía va a buscar salir de otra manera, y así es como se crean las enfermedades psicosomáticas.
Por lo tanto, no son necesariamente creadas solamente por nuestra mente, sino también por nuestras emociones mal manejadas. La mente entra en la forma de negación, con pensamientos como “eso ya no me afecta, ya lo dejé en el pasado.” Lamentablemente, no es tan fácil como solo pensar positivamente.
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